
Mi historia: De la pasión por los coches a la restauración
Desde que tengo memoria, los coches han sido mi gran pasión. Cuando era niño, pasaba horas jugando con mis Hot Wheels, desmontándolos, arreglándolos y volviéndolos a armar. A medida que fui creciendo, esa pasión se trasladó a los videojuegos de carreras, desde Gran Turismo hasta Need for Speed: Most Wanted, el cual completé infinidad de veces. Pero mi mayor meta siempre fue una: sacarme el carnet de conducir y, algún día, dedicarme a la restauración de coches.
A los 18 años, logré sacarlo a la primera y, en solo tres meses, ya tenía mi primer coche: un Seat Ibiza antiguo. Lo barato salió caro, pues gasté casi lo que valía el coche en reparaciones. Con los años, fui mejorando mis vehículos, siempre buscando el siguiente nivel. Sin embargo, la vida me llevó a independizarme muy joven, por lo que tuve que ser estratégico con mis decisiones. Así, opté por un Volkswagen Bora, una versión menos buscada y más asequible que el Golf, pero con la misma esencia.
De los videojuegos a la restauración de coches
Con el tiempo, me di cuenta de que trabajar en algo que no me apasionaba no era el camino. Leí muchos libros sobre cómo generar ingresos y pasé por diferentes empleos, siempre buscando mejorar. Entonces llegó la pandemia del COVID-19. En ese momento, trabajaba en un almacén con contratos temporales y, de repente, me encontré encerrado en casa. Aproveché la oportunidad para crear un canal de YouTube centrado en videojuegos de coches y restauración de coches.
Le dediqué más de 12 horas diarias, aprendiendo sobre SEO, posicionamiento y estrategias de crecimiento. Tras un año y medio, el canal había crecido, pero no lo suficiente como para vivir de ello. Entre los costes de la vida y los altos impuestos para autónomos en España, no era rentable. Me había quedado sin ahorros y sin un rumbo claro. Fue un golpe duro, pero no estaba dispuesto a rendirme.
El punto de inflexión: la restauración de coches real
Tuve que volver a trabajar, ahorrar y replantear mi estrategia. Con 3.000 euros, encontré un Toyota Celica abandonado. Me fui solo a comprarlo y, poco a poco, lo fui restaurando hasta dejarlo impecable. Lo vendí por 5.000 euros, lo que me permitió reinvertir en mi canal, mejorando la calidad del contenido y del set de grabación. Al mismo tiempo, seguía experimentando con mis coches, desde mantenimiento básico hasta restauraciones económicas.
Después de una mala racha personal, tomé la decisión de cerrar mi canal de videojuegos y mezclar mis dos pasiones: YouTube y la restauración de coches reales. Comencé a documentar mis proyectos y la respuesta del público fue sorprendente. Entonces, el destino me puso una prueba: sufrí un accidente con mi Volkswagen Bora, el coche que más valoraba. En vez de verlo como un problema, lo convertí en una oportunidad y grabé toda la restauración. Por primera vez, sentí que hacía algo que realmente me apasionaba y que tenía impacto en los demás.
¿Hasta dónde llegará esta historia?
A partir de ese momento, me sumergí en el mundo de los coches accidentados y su restauración, comprando y restaurando vehículos para darles una segunda vida. El siguiente desafío fue un Toyota Celica con un fuerte accidente y completamente abandonado. Y así comenzó esta nueva etapa.
Hoy sigo trabajando para mejorar, aprender y llevar este proyecto lo más lejos posible. ¿Hasta dónde llegaré? El tiempo lo dirá. Lo que tengo claro es que nada me hará desviarme del camino.
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